jueves, 14 de febrero de 2013

AMOUR

Sigh...




Lo verdaderamente aterrador de Amour es que todos sabemos de que se trata. Todos sabemos que llegará para nosotros y para la gente que amamos. Es una de las únicas certezas en la vida. Enfrentarnos al devastador paso del tiempo y cómo eventualmente terminará por borrarnos, de una manera dolorosa y lenta, es francamente escalofriante.

Georges (Jean-Louis Trintignant) y  Anne (Emmanuelle Riva), son dos octogenarios franceses, educados profesores de música retirados. Un día, Anne sufre un derrame que la deja incapacitada, y Georges debe de cuidarla, a través de su paulatino deterioramiento.

Es por eso que esta es una película difícil de ver. Pero  el director Michael Haneke no busca lágrimas baratas y eso se lo agradezco infinitamente. Con sus largas y pausadas tomas, que asumo simbolizan la lentitud en la cual nuestros sentidos van asimilando el mundo a medida que envejecemos, Amour se trata, obviamente del dolor y la pérdida, pero escoge no darles a estos temas el escenario principal, sino más bien, concentrarse en la belleza de la relación de ambos ancianos, y cómo un vínculo tan fuerte cómo el de dos personas que han permanecido juntos casi toda su vida, puede conquistar las pruebas más poderosas y difíciles que la vida nos arroje, incluso la terrible prueba final. 

Emmanuelle Riva ha recibido toda la gloria y reconocimiento posible por este papel y con justa razón; su interpretación de Anne en su lento desgaste es devastadora y valiente, llena de un coraje dificil de medir, hallándose ella misma a las vísperas de esa realidad. Jean-Louis Trintignant cómo Georges es también magistral, llena de humanidad y ternura, reprimiendo un dolor incontenible por debajo de su fachada de aceptación y resignación.

Me alegro de haber visto Amour. Es una experiencia muy fuerte, un recordatorio muy ominoso de un destino seguro. Dicho eso, no tengo deseos realmente de volver a visitar esta película pronto. Es una oda al amor, una poesía de belleza y tristeza, y estoy más que convencido que una vez es más que suficiente.




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